He estado intentando escribir este ensayo durante meses. Por qué razón lo estoy escribiendo ahora? Porque al fin encontré el tiempo para hacerlo? Equivocación. Tengo trabajos para calificar, formatos de órdenes de libros de texto para llenar, una propuesta para juzgar, borradores de disertaciones para leer….
Estoy trabajando en este ensayo como una forma de no hacer todas esas cosas. Esta es la esencia de lo que yo llamo dilación estructurada, una estrategia asombrosa que he desarrollado, que convierte a los morosos en seres humanos efectivos, respetados y admirados por todas sus realizaciones y el buen uso que ellos hacen de su tiempo. Todos los demorados dejan de lado las cosas que deben realizar. La dilación estructurada es el arte de hacer que esta lacra trabaje para usted.
La idea fundamental es que ser demorado no significa no hacer nada en absoluto. Rara vez los demorados no hacen absolutamente nada; ellos realizan cosas marginalmente útiles, como la jardinería o afilar lápices, o hacer diagramas de cómo organizarán sus archivos cuando sea el momento adecuado. Por qué hacen los demorados estas cosas? Porque es una forma de no realizar algo más importante. Si todos los demorados hubieran resuelto dejar de afilar lápices, no habría fuerza en la tierra capaz de obligarlos a hacerlo. Sin embargo, el remolón puede ser motivado para realizar tareas difíciles, tediosas e importantes, en la medida en que estas tareas sean la forma de no realizar otras cosas más importantes.
La dilación estructurada significa delinear la estructura de las tareas que deben ser realizadas de tal forma que se explote de manera provechosa. La lista de tareas que uno tiene en la mente, deben ser ordenadas en orden de importancia. Las tareas que parezcan más urgentes estarán en la parte superior de la lista. Pero habrá otras tareas valiosas más abajo en la lista. Realizar estas tareas es la manera de no realizar las que están más arriba en la lista. Con esta estructura apropiada de tareas, el remolón se convierte en un ciudadano útil. En efecto, el demorado puede, tal como me ha sucedido a mí, adquirir reputación de gran realizador.
La mejor situación de dilación estructurada que he tenido, fue cuando mi mujer y yo fuimos asistentes residentes de dormitorio en Soto House, un dormitorio de Stanford. En las tardes, con trabajos por calificar, conferencias para preparar, trabajo de comités por realizar, yo dejaba nuestra residencia próxima al dormitorio, y me iba al salón a jugar ping-pong con los residentes, o a conversar con ellos en sus cuartos, o simplemente a sentarme allí y leer el periódico. Adquirí fama de ser un excelente asistente de dormitorios, y uno de los pocos maestros de la universidad que dedicaba su tiempo con los estudiantes y que realmente los conocía. Que satisfactorio: jugar ping-pong como una forma de no hacer cosas más importantes, y al mismo tiempo adquirir fama de prestancia.
Los remolones a veces toman rutas equivocadas. Tratan de disminuir numéricamente sus compromisos, suponiendo que si tienen pocas cosas que realizar, dejarán de ser demorados y terminarán sus tareas. Pero este camino va en la dirección contraria de la naturaleza básica de la dilación y destruye su fuente más importante de motivación. Las pocas tareas en su lista serán por definición las más importantes, y la única manera de evitarlas será no haciendo nada. Esta es la forma de convertirse en un inútil, no en un ser humano efectivo.
En este momento usted se estará preguntando, “Qué pasa con las tareas en la parte superior de la lista, que uno nunca realiza?” Realmente, es un problema potencial. El truco consiste en escoger la clase correcta de proyectos para la cúspide de la lista. La clase ideal tiene dos características. La primera es que ellos parecen tener una fecha límite de ejecución (en realidad no). La segunda: parecen tremendamente importantes (en realidad no). Afortunadamente la vida está plena de estas actividades. En las universidades la gran mayoría de tareas caen en esta categoría, y estoy seguro de que lo mismo sucede con otras grandes instituciones. Tomemos como ejemplo la tarea que ocupa el primer renglón en mi lista ahora mismo. Consiste en terminar un ensayo para un volumen de la filosofía del lenguaje. Se suponía que se debía terminarlo hace once meses. Yo he realizado un número enorme de cosas importantes como una forma de no terminarla. Hace unos dos meses, molesto por el sentimiento de culpa, escribí una carta al editor expresándole lo apenado que estaba por la demora y manifestándole mis buenas intenciones de ponerme a trabajar. Escribir esa carta fue, obviamente, una manera de no trabajar en el artículo. Advertí además que yo no estaba mucho más atrasado que ningún otro. Y qué tan importante es este artículo? No es tan importante como para que en algún momento llegue algo que parezca más importante. En ese momento yo trabajaré en él.
Otro ejemplo son las órdenes de libros de texto que debo llenar. Yo estoy escribiendo esto en junio. En octubre, dictaré una clase de epistemología. Los formatos para la solicitud de los libros ya han debido ser procesadas en la librería. Es fácil tomar esta labor como una tarea importante con un fecha límite presionante (para los que no son remolones, hago la observación que las fechas límite realmente empiezan a presionar una o dos semanas después de vencidas). Yo recibo casi diariamente memos de la secretaria del departamento, los estudiantes me preguntan con frecuencia cuáles serán las lecturas que tendremos, y el formato vacío descansa en medio de mi escritorio, justo debajo del empaque del sándwich que me comí el miércoles pasado. Esta tarea está muy arriba en mi lista; me molesta, y me motiva a realizar otras cosas útiles pero, superficialmente, menos importantes. De hecho, la librería está ocupadísima con las órdenes de los no remolones. Yo podré tener la mía a mediados del verano y listo. Solamente procuraré ordenar libros populares y bien conocidos, de editores eficientes. Yo aceptaré alguna otra tarea, aparentemente más importante, en algún momento de aquí a, digamos, agosto 1. Entonces mi psique se sentirá cómoda al llenar los formatos como una forma de no realizar esta nueva tarea.
El lector desprevenido puede sentir en este momento que la dilación estructurada requiere una cierta dosis de auto decepción, puesto que uno está perpetrando constantemente un esquema piramidal sobre sí mismo. Exactamente. Uno debe estar en capacidad de reconocer y comprometerse con tareas de importancia inflada y fechas límite irreales, mientras se auto convence de que son urgentes e importantes. Y qué puede ser más noble que utilizar un defecto del carácter para compensar los malos efectos de otro?
Copyright: John Perry. Translation thanks to Fernando Cajiao